el hombre y la megalomanía

el hombre y la megalomanía

miércoles, 31 de marzo de 2010

Divagaciones entre ficciones.

La realidad se nos ofrece a los sentidos en forma de percepciones. La relación con estos fenómenos, alimentada por la curiosidad, organiza una serie de supuestos, de invenciones, de ficciones, es decir, de hipótesis que hay que validar, legitimar, en torno a otros datos recogidos en otras observaciones.
Toda teoría tiene como base la ficción. Partimos de unos supuestos que creemos lógicos y que ordenamos de forma lógica para que lo que nos rodea cobre sentido en nuestro mundo. El orden establecido en las sociedades humanas es ficticio, valores, creencias científicas o místicas, economía... todos son supuestos elaborados por una historia reinterpretada y reescrita.
La ficción se alimenta de la realidad. Las formas, las relaciones se crean en torno a lo sensible, sea tangible o intangible, creamos a partir de algo que consideramos real. Esta realidad es totalmente humana, porque esta en nuestra mente y la aprendemos a descodificar y codificar en base a unos criterios previos, consensuados en base a una ficción.
Podemos relacionar esta teoría con la visión platónica del mundo: somos conscientes únicamente de aquello que podemos captar a través de los sentidos. Vivimos en una realidad mental, en una creación psicológica, en un reflejo de lo que Platón denominaba Mundo de las Ideas. El ser humano vive intentando responder sus propias preguntas; necesitamos crear un orden, descubrir cada uno de los por qués que se nos ocurren. Así nos inventamos una pregunta y nos inventamos su respuesta.
La ficción es el origen de la creación humana, de la "evolución" del conocimiento. Lo que hoy es ficción, mañana puede formar parte de la realidad tangible. La ficción es tan real como lo que se nos ofrece a los sentidos.
La ficción es útil, necesaria, indispensable. Sin la capacidad de imaginar el ser humano solo dispondría del azar. Es la capacidad de relacionar conceptos de formas novedosas lo que nos hace lo que somos. La interactuación con el medio y entre nosotros es una ficción. El lenguaje es una ficción. La ciencia es una ficción. La mística es la gran ficción. La historia es la ficción máxima. Las artes la ficción de las ficciones. La ficción es útil, necesaria , indispensable.
A partir de estos supuestos, destacar que si todo es una convención está en nuestra mano que tome otra forma. Ya que construimos nuestra realidad cada día a partir de todas nuestras ficciones, espero que llegue el día en que nos paremos a pensar qué ficciones deberían quedar en el olvido y cuáles están todavía por consensuar.
Para terminar dejo una pregunta en el aire: ¿Qué deberíamos aprender?